El curso 2021-22 desplegará las unidades didácticas en el territorio nacional
Finalizado el terrorismo de ETA, la sociedad española tiene un reto clave en la transmisión en las aulas a las generaciones jóvenes los 60 años de violencia política que marcaron la vida en España. Las primeras iniciativas, en plena actividad terrorista, fueron testimonios de víctimas, como Cristina Cuesta, y asociaciones como la Fundación Miguel Angel Blanco, Bakea o Covite, que editaron textos. Les secundaron el Gobierno navarro y, hacia el fin del terrorismo, el Ejecutivo de Patxi López con su programa de víctimas educadoras. Diez años después se despliega el plan educativo más riguroso y sistematizado sobre el terrorismo a escala nacional, actualizado con las nuevas muestras de odio, según afirma Isabel Celaá, ministra de Educación e impulsora en 2011 del programa vasco de víctimas educadoras.
Navarra fue con Euskadi la comunidad más afectada por el terrorismo etarra por la notable presencia que tuvo su brazo político, Batasuna, y es una de las que incorporará las unidades didácticas a su currículum educativo. En Navarra, ETA mató a 42 personas y la extrema derecha realizó numerosos atentados y cometió tres asesinatos. El consejero de Educación del Gobierno navarro, Carlos Jimeno, valora las unidades didácticas como “recurso educativo de primer orden” porque “logran un verdadero relato del terrorismo diseñado dentro del marco constitucional, muy útil para educadores y alumnos”.
El Gobierno navarro —compuesto por PSN, Geroa Bai y Podemos— revela su interés en promover las unidades didácticas al aprovechar el margen de la nueva ley educativa para “reforzar y mejorar en nuestro currículum básico el tratamiento a la memoria y prevención del terrorismo”, señala Jimeno. Paralelamente, el Observatorio de Realidad Social, dependiente del Gobierno navarro, ha promovido una encuesta en los centros para evaluar el conocimiento del alumnado sobre el terrorismo en sus diversas facetas (ETA, yihadismo, grupos parapoliciales, víctimas).